La telepatía: ¿ciencia o engaño?


Es sencillo encontrar un libro en el que los protagonistas tengan poderes especiales: súper fuerza, velocidad de la luz, detener el tiempo, hacerse invisible o leer la mente. Algunos superpoderes no son compatibles con las leyes de la física, pero otros sí, y solo nos quedaría saber cómo podemos integrarlos en nuestros cuerpos para usarlos.

Hoy os quiero hablar de uno de los superpoderes más famosos de la literatura y el cine: leer la mente. En multitud de películas y libros aparecen personajes capaces de leer los pensamientos de las personas que tienen delante, con más o menos requisitos y con más o menos exactitud. Y, siendo sinceros ¿quién de nosotros no ha querido tener alguna vez ese poder, aunque solo sea para saber lo que entra en el examen?

Habrá quien piense que leer la mente es una chorrada, que no se puede hacer. Mi respuesta, la misma que a muchas otras cosas de la vida, "es matizable". Miles de estudios han comprobado que una persona no puede leer directamente la mente de otra, y que los mentalistas que aparecen en la tele son charlatanes con mucha labia y una habilidad increíble para leer las expresiones faciales y corporales de su interlocutor, que le dan pistas sobre cómo orientar su discurso. Ojo, que no la mente.

Sin embargo, si examinamos la tecnología existente hoy en día, podemos darnos cuenta de que estamos cada día más cerca de leer la mente. Eso sí, hacen falta máquinas relativamente complejas que se conectan a la cabeza de sujeto, que analizan su actividad cerebral y mil cosas más. "Eso es trampa" me dirán algunos. Bueno, sí te pones así, sí, claro. Pero la verdadera pregunta es ¿a quién le importa? A mí, desde luego, no me importa que un superpoder lo dé la tecnología en lugar de un ser divino, mientras lo tenga...

En esta entrada vamos a examinar cómo funciona la lectura de la mente, qué necesitamos y para qué nos sirve eso a los escritores.



Creo que a la mayoría nos queda claro que la única forma de leer la mente, tanto ahora como en un futuro, es mediante el estudio del cerebro. En pocos años se ha avanzado muchísimo en este campo, a pesar de que aún seguimos bastante en pañales. En la actualidad, podemos usar técnicas que miden la actividad cerebral en las diferentes regiones del cerebro para ver cuáles se están usando y con qué intensidad. Así, los expertos pueden hacerse una idea muy muy vaga de qué tipo de pensamientos tiene el sujeto, aunque no son capaces de decir en qué está pensando ni nada por el estilo.

De momento, esto tiene aplicaciones en los polígrafos, que realmente se basan en leer la mente para saber si la persona miente o no. Hay mucho que decir sobre los polígrafos y realmente daría para una entrada entera (que si queréis la hago ¿eh, escritores de novela negra?). Pero bueno, la idea es que para contar la verdad y para contar la mentira se activan diferentes áreas del cerebro (ya que contar la mentira implica conocer la verdad e inventarse una cosa razonable). De esta forma, gracias al MRI, que es el aparato que sirve para detectar la actividad del cerebro, se puede ver qué áreas se activan y por ello deducir si el sujeto está diciendo la verdad o no. Aunque no es infalible, sí que es mucho mejor que los métodos que se usaban antes basados en controlar las pulsaciones y la respiración.

Muchos me estaréis diciendo "Eh, Raquel, esto no cuenta como leer la mente". Vaya, eso lo diréis vosotros. Pero bueno, como comprendo vuestra frustración, vamos a explicar cosas un poco más interesantes. La idea es conseguir algo que lea los pensamientos puros, la imagen en la que una persona esté pensando, las palabras. Esto sí que sería útil de verdad, por lo menos en el plano literario (porque podría pasarme mil años hablando de los problemas que podría causar en la sociedad). Pero, por supuesto, no es tan sencillo, porque tenemos que pasar de medir la actividad cerebral, equivalente a una rueda, a construir un camión entero.

Siendo sinceros, hay científicos que han argumentado que no va a ser posible, ya que no se puede comparar un cerebro con un ordenador: el ordenador sigue unas leyes predeterminadas y en el cerebro hay neuronas muriéndose, nuevas rutas que se forman... Aunque parezca imposible, el tiempo se ha encargado de demostrar que lo que años atrás era magia, ahora puede ser realidad, así que no demos nada por perdido.

Si quisiéramos leer la mente, nos tendríamos que basar en las ondas cerebrales (porque os acordáis de que el cerebro producía ondas ¿no?. Ya que medir la actividad supone demasiado ruido para poca información, lo que se está intentando ahora es usar aparato que lean las ondas cerebrales de una persona. Esto, en sí mismo, no sirve para nada, ya que una onda no nos da información de su significado. Por eso se quiere construir un megadiccionario en el que cada pauta cerebral se corresponda con un pensamiento, más o menos. Este proyecto podría llevar décadas, porque se necesitan registrar todos los pensamientos, para que después se pudiera sacar verdadera información de las ondas cerebrales.

Uno de los problemas que plantea es si se podría leer literalmente lo que piensa una persona o solo sus pensamientos. Me explico. Quizás yo esté pensando en mi perro y tú seas capaz de leer que estoy pensando en un perro, pero ¿serás capaz de decir su raza, tamaño o el color de su pelo?¿Serás capaz de extraer una imagen de él, de reconocerle si le vieras por la calle? Yo, personalmente, creo que eso es mucho más complicado, porque ya no jugamos con un concepto general, sino con lo que cada uno tiene en la cabeza. Lo mismo ocurre con los sentimientos, que también se producen en el cerebro y no en el corazón (¿a que no os lo esperabais?). Yo no voy por ahí pensando "Quiero a tal", sino que le quiero y punto. ¿Cómo detectaría eso la máquina? Son cuestiones que de resolverse, lo harán en un futuro, así que de momento queda en vuestras manos.

Otro problema, de solución más fácil, es el tamaño de la máquina. De momento, los MRI son enormes y muy poco manejables, por lo que en un futuro cercano solo se podrían usar en instituciones públicas o empresas. Sin embargo, los ordenadores también ocupaban una habitación entera hace unas décadas y ahora podemos llevarlo en un bolsillo. Si la tecnología sigue avanzando, quizás no sería tan descabellado tener un MRI de mano para leer los pensamientos de los demás... Otra cosa es que fuera legal.
MRI actual. Casi na'.
Además, al igual que ahora existen cyborgs con internet implantado en la cabeza (no sé si es correcto decirlo en plural, porque yo solo conozco a Neil Harbisson,eer la mente de una forma mucho más disimulada y encima, directamente desde su propia cabeza. Es decir, sería lo más parecido a un telépata real que podríamos tener con este sistema.

Sin embargo, es imposible hablar de la telepatía sin mencionar sus implicaciones legales y sociales. ¿Qué ocurriría si lo que pensamos estuviera al alcance de todo el mundo?¿Qué pasaría con la sociedad si no pudiéramos guardar secretos? Está claro que el mundo tal y como lo conocemos cambiaría mucho, dejaríamos de usar contraseñas del Facebook, el pin del móvil y de la tarjeta de crédito, de esconder nuestros diarios y de decir piropos falsos solo para quedar bien. Sería la Era de la Sinceridad, para bien o para mal (anda, eso también os toca decidirlo a vosotros).

Las relaciones entre personas no podrían construirse de la misma manera que se construyen ahora, y si queréis incluir en vuestra novela una sociedad de telépatas, esto es algo que debéis tener muy en cuenta. Si os habéis fijado, todos usamos pequeñas mentiras en nuestro día a día para hacer que nuestras relaciones fluyan mejor. Son cosas que no afectan a nadie, y que muchos creen muy beneficiosas, como por ejemplo, decirle a alguien que le sienta bien la ropa que lleva, decir que estás bien cuando no lo estás, etc. Si pudiéramos leernos la mente unos a otros, esas mentiras dejarían de existir y ¿entonces qué?

A los escritores, sobre todo a los de ciencia ficción, el tema de la telepatía nos puede llegar a afectar mucho. ¿Cómo sería una sociedad distópica en la que solo unos pocos poderosos tuvieran la telepatía y la usaran a su favor? O también ¿cómo se marginaría a los que no pudieran permitírsela? ¿Qué ocurriría si alguien fuera un telépata secreto que se dedicara a cambiar las vidas de las personas?¿Cómo sería el mundo si la telepatía fuera tan natural como comer? Todas estas preguntas dan para muchas historias, sin mencionar que la telepatía también se podría usar solo como transfondo de una novela (es decir, donde la trama principal no fuese leer la mente.)

Antes de acabar el artículo, quiero hacer hincapié en el tiempo. Como os habréis podido imaginar, un aparato de telepatía preciso no va a estar disponible en un futuro cercano, así que tenéis que adecuar el resto de la tecnología del momento. Seguramente, como Civilización Tipo 0 no podamos conseguirlo (por el avance tecnológico más que por las necesidades de energía), pero es probable que como Tipo I sí.

He leído novelas en las que se combinaban motores capaces de superar la velocidad de la luz con smartwatchs, y sinceramente, creo que eso es un error. Simplemente, pertenecen a épocas distintas, al igual que no combinaríamos una carreta de caballos con un ebook (que no me venga el especialito de turno a decir que lee ebooks en su carruaje, que ya me habéis entendido). Por eso, croe que si queréis avanzar tal cantidad de años hacia el futuro, el proceso de documentación y worldbuilding es muchísimo mayor. Claro que cuanto más lejos nos vamos, menos fiables son las predicciones, así que tenéis mucho más terreno para inventar.

Bueno, creo que por mi parte, esto ha sido todo. Espero que el artículo os haya resultado útil o, al menos, interesante. Si os han quedado dudas o cualquier cosa, preguntadme e intentaré resolverlas lo mejor que pueda. Y bueno, si os ha gustado, dejad un comentario y compartid para alimentar al monstruo que vive en las entrañas de Internet.


Raquel Alonso

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Instagram