¡Buenas a todos! Hace unos días me acabé "Fundación" de Asimov (solo "Fundación", todos los demás libros de esa saga aún no) y como ya adelanté en Twitter, daba para entrada. O mejor dicho, para entradaS (Actualización: podéis encontrar mi otra entrada sobre "Fundación" aquí)
Antes de empezar el libro, no sé porqué, tenía la impresión de que iba a ser un tostón, y menos mal que mi tío me animó a empezarlo, que si no... A lo que voy es que, aparte de haberme encantado, Asimov no decepciona. En serio, me hago cruces acerca de cómo pude pensar que cualquier cosa escrita por este hombre iba a ser aburrida. Aburrida para mí, entiéndase, para vosotros ya no sé.
Total, que hoy quiero repasar un aspecto de esa novela que me ha fascinado muchísimo. Pero antes, una pequeña advertencia.
ATENCIÓN, PUEDE CONTENER TRAZAS DE SPOILERS.
Voy a intentar no spoilear nada, evidentemente, pero puede que se me escape algo. El aspecto que voy a analizar se puede ver enseguida en la novela, y no pilla a casi nadie de sorpresa. Pero aún así, si queréis leérosla sin impresiones previas, iros de esta entrada. Si lo que queréis es no estropeárosla mucho, os hago un símil para que veais la proporción de spoiler. Imaginad que una novela cuenta la historia de varias generaciones de una familia. Yo podría analizar cómo pasaron de ser muy pobres a muy ricos. Obvio que es algo importante en la historia de la familia, pero ni ocurre de sorpresa ni es algo totalmnte inesperado, o al menos eso creo. En resumen, que espero no chafaros mucho, pero que siempre podéis dejar de leer (si pincháis en el dibujo de la pluma os lleva al inicio y podéis elegir otra entrada). Así que ¡al lío!
Partamos de una famosa frase de Arthur C. Clarke, autor de numerosas novelas de ciencia ficción y uno de los autores que más admiro: