El viaje en el tiempo ha sido siempre, y será, uno de los temas más recurrentes en la ciencia ficción. A todos nos gustaría viajar en el tiempo, al pasado, al futuro o a lo que fuera y hoy estáis de enhorabuena porque en esta entrada os traigo un completo tutorial para conseguirlo.
Espera ¿he dicho “os traigo”? debería haber dicho “os traemos”, porque esta entrada no la he escrito yo sola: el genial Cuervo Fúnebre, a quién conoceréis si me seguís, se ha unido a la aventura. Yo os hablaré de la parte científica del viaje en el tiempo y él de la parte literaria, así que, sin más demora, hagamos las maletas.
LA PARTE CIENTÍFICA DEL VIAJE EN EL TIEMPO
En la época de Newton el tiempo se concebía como una flecha universal que solo puede ir hacia delante y jamás retroceder. Sin embargo, varios siglos más tarde, Einstein demostró que el tiempo es más parecido a un río que va más rápido o más lento según las circunstancias. Ahora sabemos que el tiempo es una dimensión más de las 11 que existen en el universo. Pero aún así ¿es posible el viaje en el tiempo? Más importante aún ¿podría serlo alguna vez?
Tradicionalmente, los científicos habían considerado el viaje en el tiempo como una chorrada, algo profano más propio de la ciencia ficción que de la ciencia real. El mismo Stephen Hakwing propuso la paradoja que lleva su nombre “si el viaje en el tiempo es posible ¿entonces donde están los viajeros del futuro?”
La paradoja de Stephen Hawking tiene, claramente, algo de sentido, pero ahora sabemos que el viaje en el tiempo es teóricamente posible, al menos en cierta medida (que después explicaré). En principio, para viajar en el tiempo bastaría con viajar más rápido que la luz. Sin embargo, nada con masa puede viajar más rápido que la luz a menos que esté por encima de las propias leyes de la física, cosa que no se nos puede aplicar. Por tanto, no nos sirve y se hace necesario especular sobre formas de viajar en el tiempo que sean físicamente posibles.
Michio Kaku, en su libro “Física de lo imposible” define el tiempo como una imposibilidad de tipo II, es decir, tecnología situada en el límite de nuestra comprensión del mundo físico. No sabemos todavía si son posibles en la práctica o no, pero si lo fueran no las conseguiríamos antes de millones o como poco, miles de años y posiblemente vinieran de la mano de una civilización tipo III. Sin embargo, para nosotros, una civilización de tipo 0, los viajes en el tiempo son totalmente imposibles.
Aún así y para que nadie se quede tristón por ese motivo os voy a explicar las posibilidades que habría para viajar en el tiempo y cómo podrían llevarse a cabo.
Para empezar, viajar al futuro es (casi) una realidad. No sé si conoceréis la paradoja de los gemelos, pero para el que no, la explico un poco. Veréis, el tiempo tal y como lo conocemos se ralentiza cuanto más rápido vayamos. Es decir, que si fuéramos capaces de viajar a velocidades cercanas a las de la luz, saldríamos de la Tierra y volveríamos a ella para encontrarnos en el futuro.
La paradoja de los gemelos habla de dos hermanos: uno es astronauta y viaja a por el espacio a máxima velocidad, mientras que el otro se queda en tierra. Así, cuando el gemelo viajero volviera, se encontraría que, aunque él sigue igual, su hermano ha envejecido mucho. Para el uno han pasado unos pocos años y para el otro, décadas. Esto es porque el tiempo dentro de la nave se ha frenado por la alta velocidad que llevaba. Aquí podéis leer más sobre la paradoja, aunque os adelanto que es cien mil veces más complicado de lo que he explicado yo.
Muy bien pero ¿y para viajar al pasado? Tenemos varias opciones, aunque ya os adelanto que son nivel Experto.
Agujeros de gusano
Sabiendo que un agujero de gusano puede conectar dos puntos distantes de la misma galaxia doblándose en una dimensión superior (en la película de Interestellar se ve muy claro), no hay razón para pensar que no pudiera conectar también dos puntos lejanos en el tiempo.
El problema de este tipo de máquina del tiempo es que un agujero de gusano no es como un túnel, por el que puedes entrar, salir y volver a pasar. No, los agujeros de gusano se encontrarían en el centro de agujeros negros y si bien no sería un problema atravesarlos y encontrarse a uno mismo antes de partir, sería imposible salir de ellos para contarlo.
Universo en rotación
Esta solución al viaje en el tiempo consiste en que, si el Universo gira, nosotros podríamos girar alrededor del universo lo suficientemente rápido como para volver al pasado. El único problema es que los astrónomos han podido determinar que nuestro Universo se expande, pero están prácticamente seguros de que no gira. Por tanto, nosotros no podemos usar esta máquina del tiempo.
Por otro lado, si existiera un universo paralelo que estuviera en rotación, el viaje en el tiempo podría ser algo “común”. Lo pongo entre comillas porque, aunque fuera mucho más fácil de lo que podría ser para nosotros, sería ligeramente más complicado que ir a comprar el pan. Sin embargo, nada os impide ambientar vuestra novela en un universo en rotación y disfrutar usando unas leyes de la física que no son las que conocemos.
Cilindro rotatorio
De manera similar al anterior, si tuviéramos un cilindro rotatorio infinitamente largo podríamos dar vueltas alrededor de él y cuando alcanzáramos la suficiente velocidad volveríamos al pasado.
Creo que los problemas con esta máquina son obvios. En primer lugar ¿de dónde sacamos un cilindro rotatorio infinitamente largo? Y en segundo, aunque de alguna manera lo consiguiéramos, tendría que girar a una velocidad tan alta que todos los materiales saldrían despedidos.
Cuerdas cósmicas en colisión
Si encontráramos dos cuerdas cósmicas gigantescas (probablemente residuos del Big Bang) que estuvieran a punto de colisionar, podríamos viajar rápidamente a su alrededor y acabaríamos, de nuevo, volviendo al pasado.
Como habréis podido suponer, la desventaja de esta máquina es que primero tenemos que encontrar las cuerdas cósmicas gigantes, después hacerlas colisionar y por último, arreglárnoslas para viajar en el tiempo en el momento justo. Casi nada, vaya.
Cámaras conectadas
De este diseño se ha dicho que es el más prometedor, y es que de ser posible, permitiría a una persona caminar hacia delante y hacia atrás en el tiempo a su antojo. Este tipo de máquina consiste en dos cámaras unidas por un agujero de gusano practicable (es decir, que tendríamos que hacer nosotros usando energía negativa). Una civilización de tipo III posiblemente pudiera construirlo y mandar una de las cámaras al espacio a velocidades cercanas a la de la luz, de tal modo que el tiempo transcurriría de forma diferente en las dos cámaras. De este modo, uno puede pasar de una cámara a otra y pasearse por el tiempo.
La primera desventaja de este problema sería la dificultad técnica que entraña la construcción, aunque vamos a suponer que la civilización de tipo III lo haría en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, el problema está en que con esta máquina no puedes viajar a un pasado anterior al momento en el que construiste la máquina, porque antes de mandarla al espacio, los relojes de ambas estarían sincronizados. Esto resuelve la paradoja de Stephen Hawking: no hay viajeros del tiempo porque todavía no hemos construido la máquina.
Básicamente, estas son las formas que se han planteado hasta ahora, aunque no dudo que pudiera haber muchas más. Como veis, no es demasiado complicado introducir un viaje en el tiempo de la mano de una civilización tipo III en vuestra novela, ya que la tecnología lo permitiría. Así que bueno, ahora os dejo con Cuervo que tiene mucho más que contaros.
¿Y EN LA LITERATURA?
Si todavía tenéis ganas de introducir viajes temporales en vuestras novelas, os traigo algunas ideas que se han usado en diferentes medios y, unas más y otras menos, funcionan. Eso sí, aquí entran en juego las maravillosas e intrincadas paradojas, que si no se tienen en cuenta pueden echar al traste la coherencia interna de la misma novela.
Regreso al futuro, o cómo generar paradojas por doquier
No se puede hacer una entrada sobre los viajes en el tiempo sin mencionar una película que ya es un clásico de la ciencia ficción, aunque de la ligerita. Sí, Regreso al futuro –y sus secuelas– sentaron cátedra en nuestro imaginario.
Este tipo de viajes en el tiempo trae consigo paradojas como:
¿Y si atropellase a mi padre y yo nunca naciera?: Es un ejemplo. La idea es cambiar algo trascendental para ti mismo. Usando el caso del enunciado no nacerías y si no naces, no puedes viajar al pasado para matar a tu padre. Si no viajas al pasado, tu padre sigue vivo y tú naces, pero si naces, viajarás al pasado y matarás a tu padre y si él muere tú no nacerías y bla bla bla.
Lo mismo ocurriría si has de viajar al pasado para evitar que un suceso ocurra ya que, por la misma paradoja, en el momento en que lo evites y en la medida en que el pasado cambie, así lo hará el futuro. Por ende, no habrás viajado y entonces bla bla bla.
¿Y si no toco nada importante para mí?: Supongamos por un momento que los cambios que haces, por pequeños que sean, no desembocan en una cadena de pequeños cambios que terminan con cambios enormes. No, matas una cucaracha en Kansas y al regresar no ha cambiado nada para ti.
¿Solucionado? Me dirás ingenuamente. No, el camino de las paradojas es implacable. Si nada cambia seguirás queriendo ir al pasado. ¿Qué pasará? Pues que tendremos dos Martys –ya que estamos seguimos con la referencia– en el pasado. Porque el primero que viene de Tierra-1 (la original) vino al pasado y mató una cucaracha. El segundo Marty proviene de Tierra-2 (el futuro sin la cucaracha), pero como a él no le afectó, nada le impidió viajar. Y así con los sucesivos Martys, que fácilmente puede ser un número infinito.
Como se puede deducir, no es una buena concepción del tiempo. Como escritor querrás que tu novela sea lo más realista posible dentro de lo que este tema te permita. No querrás que tus lectores comenten: «Me ha gustado la novela, pero está llena de paradojas que el autor no ha sabido arreglar». Nadie quiere eso.
Universos paralelos y dónde encontrarlos
Este caso es más enrevesado, pero más plausible y que deja poco espacio para las paradojas. Poco, que no ninguno. En este caso hay un buen referente en el manga y anime Dragon Ball. En el arco argumental en el que aparecen los androides de Red Ribbon A-20 y A-19 –o C-20 y C-19, no recuerdo cómo era en nuestro doblaje–, sabemos que Goku está enfermo y para evitar su muerte aparece un visitante del futuro: Trunks. Bien, él menciona que en el futuro dos androides mataron a prácticamente todo el elenco de la obra. Así todo, al ver a A-20 y A-19 dice no conocerlos y que esos no son los que busca. ¿Había llegado demasiado pronto?
Tras su segunda aparición y con la resolución del arco argumental de Célula, vemos que regresa a su tiempo pensando que habría cambiado. Descubrió que todo seguía exactamente igual a cuando se fue. Sí, había cambiado el futuro de aquella línea temporal, pero la suya no se había inmutado. ¿Qué había pasado? ¡Aliens! No, espera. ¡Universos paralelos!
Este tipo de viaje temporal implica que los saltos se hacen entre universos o bien que cada cambio en un universo X genera tantos posibles futuros paralelos como variables haya. Esto es un auténtico follón. En el caso de Dragon Ball da a entender que ha viajado a un pasado diferente del suyo, es decir, a un pasado paralelo. Por tanto, haga lo que haga allí, el suyo no se verá afectado de ninguna manera.
De esta forma, te quitas el tema de las paradojas como la del «Marty infinito» o la de «el huevo y la gallina». Yo creo que es demasiado enrevesado como para funcionar correctamente a la larga si te pones a teorizar con él.
El tiempo es el que es
Esta concepción de los viajes en el tiempo es la que más me gusta y la que más realista es si es bien llevaba. Hay que tener en cuenta: El vuelo del dragón y La búsqueda del dragón de Anne McCaffrey –en realidad son todas las obras sobre los jinetes de Pern, pero leí esas dos– y, por supuesto, tirando por lo patrio tenemos a El ministerio del tiempo de Pablo y Javier Olivares.
Del primer caso no os voy a hablar nada allá de recomendárosla diciendo que es la unión perfecta entre el género fantástico y la ciencia ficción. En cambio, de la segunda obra sí os voy a hablar, con spoilers incluidos, sí, ese mismo que votasteis en mi Twitter.
La concepción de «el tiempo es el que es» es el título tanto de este apartado como del primer capítulo de El ministerio del tiempo. En él se nos presenta lo que será la tónica durante sus dos temporadas. Nos muestran las puertas que usan para viajar por el tiempo y nos dicen que cada una conduce a un momento distinto de la historia de España. Sabemos que la última parada es nuestro presente y que la primera debe de andar por la Prehistoria.
Poco a poco vamos descubriendo que el tiempo realmente «es el que es» –obviando los fallos de guion que me he encontrado alguna vez–. El tiempo es inmutable y no puede ser modificado. Según la serie, Cervantes tenía una versión distinta de El Quijote en la que sí decía en qué lugar de La Mancha ocurría, pero tras perder esa versión, es aupado por nuestros protagonistas a reescribirla y, claro, no recordaba de qué parte era Alonso Quijano, así que lo arregló con el ya famoso: En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme… Ay, Miguel, no es que no quieras acordarte, es que no te acuerdas.
[SPOILERACO DEL MINISTERIO DEL TIEMPO]
El caso más claro y cruel sucede al final de la primera temporada. Pero primero os voy a poner en situación.
Julián, uno de los miembros del trío protagonista, quedó viudo tras la muerte de su esposa, Maite, en un accidente de tráfico, siendo atropellada cuando salía a correr. Sin haberlo superado, regresó a su vida normal, o al menos lo intentó. No es hasta que se cruza en su vida el Ministerio que encuentra una razón para avanzar. Después de unirse a sus filas este usa las puertas para ver y hablar con Maite, algo que estaba prohibido.
Sentado esto, vamos a lo importante. A lo largo de la primera temporada se plantea constantemente la pregunta ¿Por qué salvar a toda esta gente si no podemos salvar a nuestros seres queridos? Así todo, Julián decide viajar al día en que Maite murió, con la intención de evitar su muerte. ¿Adivináis que pasa a continuación? Él es quien la atropella y huye.
[FIN DEL SPOILERACO DEL MINISTERIO DEL TIEMPO]
Esto demuestra que «el tiempo es el que es». El pasado no se puede cambiar y viajar allí sólo sirve para jugar tu papel en él. Un papel que ya has jugado mucho antes de saltar en el tiempo, a veces, como en el caso de Cervantes, siglos antes de nacer.
Esta concepción de los viajes en el tiempo me resulta la más realista y que, bien llevada, te evita muchos quebraderos de cabeza y, por supuesto, las molestas paradojas.
Espero que os haya gustado la entrada y muchas gracias a Perry por la oportunidad. ¡Un saludo!
Bueno, pues esto ha sido todo de momento. Por mi parte, yo espero que os haya ayudado a entender cómo funcionan los viajes en el tiempo, por qué ahora son imposibles para nosotros y cómo se pueden incluir en la literatura sin liarla parda. Mil gracias a Cuervo por participar y a vosotros, recordad que podéis ver todas las demás entradas de ciencia si os quedáis curioseando por el blog y ya sabéis, si os ha gustado compartid y dejadnos un comentario. ¡Hasta el próximo domingo! :D
Nota: ni Cuervo ni yo os hemos mencionado que no solo hace falta viajar en el tiempo, sino también en el espacio, ya que la Tierra, la galaxia y el Universo están en continuo movimiento. Si solo viajáramos en el tiempo lo único que conseguiríamos sería morir en el vacío. Sin embargo, no creo que una civilización de Tipo III tuviera problemas para solucionar eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario