Las plagas de Egipto ¿qué tienen de real?


¡Buenas a todos! Hoy vamos a empezar con una pregunta fácil, sí señor. Que levanten la mano los que se hayan leído La Biblia. *Otea un horizonte lleno de manos levantadas* Tú, sí, tú. ¿Sabes lo que son las plagas de Egipto? Pues claro, qué pregunta, mujer.

Fuera de bromas, estoy segura de que a todo el mundo, por muy ateo que sea, le suenan las plagas de Egipto, aunque no tenga muy claro lo que son. Yo oí hablar de ellas hace tiempo y como soy de esas que piensan que tras cada historia hay una pincelada de verdad, me puse a investigar. No sé hasta qué punto es verdad o mentira, pero sí que hay teorías que explican a qué se deben estas diez plagas. En este artículo os quiero explicar lo que pudo pasar, para que veáis que tras toda la magia hay alguna explicación racional.


Las plagas de Egipto según la Biblia

Bien, antes de empezar a explicar nada científico, voy a contextualizar un poco. El que tenga claro lo que son las plagas de Egipto, que se salte esta sección si quiere y que se vaya directamente a la explicación científica. Los que no, empezamos.

Situémonos, estamos en Egipto, donde los israelitas están esclavizados. Dios ha encomendado a Moisés que saque a su pueblo de ahí para darles la libertad, así que junto con su hermano Aarón va a ver al faraón. Al principio se lo pidieron bien, y el faraón se negó, así que se lo volvieron a pedir, esta vez advirtiendo de que Dios tenía preparado un castigo si no les dejaban ir. Como es evidente, Ramsés no se creyó todo esto, así que sobre su pueblo cayeron 10 plagas, que hicieron sufrir y mermaron a la población.

Os presento a Moisés y Aarón, los causantes de todo.



La primera plaga fueron las archiconocidas aguas de sangre. Dios dijo a Aarón que levantara su cayado sobre el río, haciendo que toda el agua se convirtiera en sangre. Los peces murieron, el agua dejó de ser utilizable y se extendió un olor fétido que duró siete días. La siguiente fue una plaga de ranas (aquí el Faraón estuvo a punto dejarles ir, pero después se la lió parda y no les dejó). La tercera plaga fueron las moscas, la siguiente los piojos o mosquitos según la fuente, pero la causa es la misma (aquí otra vez les prometió que les dejaría salir y les mintió, hay que ir aprendiendo, chicos). La quinta plaga fue una peste que se extendió sobre el ganado egipcio, matando a la mayoría de animales sin importar la especie.

En la sexta empezó a jugar duro y causó úlceras y sarpullidos en ganado y personas, pero que, como todas las demás, no afectaron a los hebreos. La séptima plaga fue una tormenta, con granizo y fuego que aparte de ser muy épica, dañó casi todos los cultivos, personas y animales. Aquí el Faraón les volvió a prometer que si acaban con la tormenta les dejaría irse, pero en cuanto se acabó les dijo que había cambiado de opinión. La siguiente plaga fueron las langostas, que acabó con todas las plantas que les quedaban. La novena plaga consistió en que un manto de oscuridad cayó sobre Egipto, decían que incluso se podía sentir físicamente. Por último, la décima plaga fue la muerte de los primogénitos: los hijos mayores de las familias egipcias murieron, incluso el hijo del Faraón. Esta plaga fue la que hizo que finalmente, el Faraón les dejara marchar.

Como veis, estas plagas parecen obedecer completamente a la magia o al poder divino de Dios. Las hay de todo tipo y de primeras no parece que haya una explicación científica para ello. Sin embargo, este es un tema que ha obsesionado a historiadores y científicos (que, para ser sinceros, no terminan de ponerse de acuerdo), así que hay bastantes teorías acerca de lo que podría haber pasado. Vamos a verlas.

Interpretación científica de las plagas

Vamos a repasarlo todo en orden. Lo primero que ocurrió son las aguas de sangre, pero hay que tener en cuenta que lo más probable es que esto solo sea un recurso literario. ¿Qué sabemos? Que el agua del río se volvió rojiza, tóxica para los peces y olía mal.

Acerca de esto hay dos teorías principales. La primera lo achaca a la explosión de un volcán en la isla Santorini, que por fechas coincidía. Postula que la erupción del volcán causó una serie de terremotos, que a su vez provocaron la rotura de depósitos de gases bajo la tierra. Entre los gases que se liberaban había hierro, que al reaccionar con el oxígeno del agua darían hidróxidos de hierro. Estos tienen un color pardo rojizo y habrían sido los causantes de la muerte de los peces por haber retirado el oxígeno del agua. De los malos olores no puedo hablar, porque nunca los he visto en persona, pero imagino que podría provenir de la putrefacción. Si en el agua deja de haber oxígeno, las reacciones químicas que hacen las bacterias se vuelven anaerobias y liberan gases como metano o sulfuros, que no huelen precisamente bien. Si a eso se le suma la putrefacción de los peces… nada más que decir, señoría.



Aquí os pongo pruebas: el agua con hidróxido de hierro (aunque no es que se vea muy roja) y la distancia entre Egipto y Santorini (aunque a El Cairo son solo 3/4 de ese viaje que se muestra ahí, unos 900 km).

Sin embargo, también hay otra teoría. Hay algunos expertos que afirman que las altas temperaturas de esa época secaron el Nilo, haciendo que su curso fuera más lento y fangoso. Este fue el escenario perfecto para que un alga roja tóxica llamada Oscillatoria rubescens proliferara, tiñendo el agua de rojo. Las algas habrían crecido rápidamente, volviendo el agua más turbia, impidiendo la fotosíntesis y causando los malos olores por la misma razón que antes. Además, si son tóxicas, los peces también habrían muerto por esta razón.

¿Cuál de las dos opciones es la correcta? Pues no lo sé, la verdad. Ambas me gustan: la primera porque incluye al volcán que volveremos a mencionar luego, así todo se explica con un elemento menos. Pero la segunda me parece más realista, es decir, este problema sigue apareciendo a día de hoy (lo podéis ver en las fotos), lo he estudiado y sé lo que pueden causar los blooms tóxicos. De cualquier manera, una opción u otra apenas cambia el resultado final, así que quedaos con la que más os guste.

Proliferación de Oscillatoria rubescens en un pantano de Monforte de Lemos.

La tres siguientes plagas fueron posiblemente derivadas de no poder usar el agua. En primer lugar, las ranas que vivían en el río escaparon de él para no correr la misma suerte que los peces. Después, el hecho de no poder usar el agua del río para lavarse, junto con los cadáveres de los peces, fueron lo que seguramente provocaron las plagas de moscas y piojos, que afectaron a personas y ganado. Aunque en la Biblia ponga que el agua roja duró siete días, bien pudieron ser unos pocos más, y encima, siguen quedando peces muertos, ranas seguramente muertas también, y si nos ponemos exquisitos, hasta gente. El caldo de cultivo perfecto.

La quinta plaga, la peste, lo tuvo muy fácil. En unas condiciones tan insalubres como las que hemos descrito es fácil que proliferen bacterias u otros gérmenes que afecten a la población. Además, muchas de estas enfermedades se transmiten por vectores, es decir, por animales. No es difícil imaginarse la de bichos, como ratas y moscas, que podrían pasar las enfermedades a humanos y animales. Por la misma razón surgió la misma plaga: la de las úlceras. No es complicado imaginar cómo una enfermedad cutánea pudo propagarse entre personas y ganado. Pero bueno, como no me quiero alargar hablando de microorganismos, podéis leer más en esta entrada que escribí hace tiempo (y en esta otra).

Hay otra versión que dice que fueron los propios gases que escaparon de la tierra por el terremoto los que provocaron los sarpullidos en la piel de la gente, ya que parte de los gases eran tóxicos. No digo que sea mentira, pero no me parece tan realista como la anterior.

La séptima plaga es la más espectacular y posiblemente, una de las más difíciles de justificar porque, a ver, ¿de dónde te sacas tú granizo y fuego? Aquí vuelve a entrar en escena el volcán de Santorini, que según se dice fue una de las erupciones volcánicas más grandes de la historia. La ceniza volcánica que lanzó el volcán a la atmósfera pudo haber chocado con las humedad en la estratosfera, formando una piedra muy similar al granizo.

Esto me parece un poco exagerado, porque buscando información, la mayoría de referencias al granizo volcánico se relacionan con las plagas de Egipto más que con otra cosa. Me permito una licencia y es que quizás no hubiera habido nunca hielo, y fueran solo fragmentos de ceniza volcánica, o bien nunca hubiera habido fuego. Pero realmente no lo sé, la versión oficial es la del granizo.

La octava plaga fue la de las langostas y se cree que pudo ser debida a que la caída de las cenizas causó anomalías climáticas: las temperaturas bajaron y aumentó la humedad, creando un ambiente perfecto para las langostas, que acudieron en masa a pasar las vacaciones (NOTA: las langostas no son las que se sacan del agua y se comen, son los bichos que os pongo en la foto).



La ceniza igualmente pudo causar la plaga de la oscuridad, ya que bloquearía la luz del Sol en gran medida. Lo de que se pudiera sentir físicamente… bueno, no soy experta en cenizas y no sé si caería también sobre Egipto, pero es probable que así fuera.

Por último, la plaga de la muerte de los primogénitos es la más difícil de explicar, a mi parecer, y también he leído varias versiones. Una de ella sigue en la línea del volcán y las cenizas y propone que la erupción del volcán habría provocado una fuga de dióxido de carbono desde el interior de la Tierra. El CO2 pesa más que el aire, así que estaría a ras del suelo. Como era costumbre entre los egipcios que los primogénitos durmieran en las plantas bajas en camas pegadas al suelo, estos murieron, mientras que los demás familiares que dormían en pisos más altos, vivieron. Al principio recelé un poco de esta hipótesis, pero luego vi que casos similares se habían dado en otros sitios.

Otra opción es que hubiera algún microorganismo envenenando el grano, por ejemplo. Como los primogénitos tenían más privilegios, quizás ellos comieron la comida envenenada y fueron los únicos en morir. Esta ya no me gusta tanto, porque me resulta muy difícil creer que sólo los primogénitos tomaran esa comida (no así con las camas pegadas al suelo).

Sin embargo, ninguna de las dos opciones me gusta demasiado. No me puedo creer que todos murieran (¿nadie se despertó, o solo enfermó o algo?) y tampoco me puedo creer que ninguno que no fuera primogénito resultara afectado. Pero bueno, es lo que hay.

También me resulta muy complicado creer que estas plagas solo afectaran a los egipcios y no a los hebreos, pero yo creo que, salvo la última plaga, tuvieron que afectarles sí o sí. Aquí veo una similitud con cuando te caes o te golpeas con algo en público y dices “No, si no me he hecho daño”, aunque por dentro te estés muriendo de dolor.

Y esto ¿de qué me sirve a mí como escritor?

De todo esto también podemos sacar una aplicación para la escritura. Si os dais cuenta, en muchas historias aparecen cosas aparentemente motivadas por la suerte o por la magia (no hablo de fantasía, sino más bien de un Deus Ex Machina). Sin embargo, aquí habéis podido ver que algo que se podría achacar al azar (hablo desde el punto de vista de alguien que no cree en Dios, por supuesto) se puede explicar con la ciencia.

¿Qué quiere decir esto? Que la diferencia entre algo normal y algo bueno son las explicaciones. Si el golpe de suerte de tu protagonista resulta que no es suerte, la sensación que se te queda al final es mucho mejor. Ojo cuidado, con esto no os estoy invitando a escribir tropecientasmil palabras acerca de por qué no es suerte, no, basta con dejar sutiles pistas.

Puede que encontrar el equilibrio no sea sencillo, pero merece la pena intentarlo por dos razones. Una: la mayoría de los lectores odian la suerte en las historias. Todos estamos de acuerdo en que antes o después, todos tenemos un golpe de suerte, pero en mi opinión, creo que todos la percibimos como algo que les pasa a los demás y no a nosotros. Por eso, si el protagonista gana la batalla final con un golpe de suerte, nos quedamos mirando al libro con cara de asco.

Otro asuntillo es ya cuando en lugar de ganarla, la pierde. Los golpes de mala suerte están más aceptados, tal vez porque estos sí que los percibimos como algo que nos pasa a nosotros. En este caso yo creo que es cruel (a mí me deja con un sabor agridulce), pero creo que puede funcionar.

En fin, que no me voy a meter en este tema en profundidad porque otros muchos lo han hecho antes que yo, y mucho mejor. Espero que con este ejemplo se haya entendido lo que quería decir. También espero que os haya gustado esta entrada algo diferente (que como mínimo os haya parecido curiosa) y que os sea útil en algún momento de vuestras vidas. No os olvidéis de comentar y de difundir por ahí. ¡Hasta la próxima entrada!


Raquel Alonso

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